EL SECUESTRO DE ANA
El detective Morrison salió a la calle dispuesto a emprender una persecución implacable al supuesto secuestrador de Ana Pérsil. Quiso la providencia que nada más doblar la esquina apareciera el sospechoso, que andaba a paso ligero como si intuyera que estaba siendo perseguido. Morrison hizo lo propio para evitar que el individuo pusiera distancia de por medio. "Mejor dejarlo para otro día", se dijo el detective al pasar por el primer bar que se topó en la pesquisa y sobrevenirle unas irresistibles ganas de beber una cerveza. "Ana Pérsil puede esperar; total no tiene nada más que hacer ", se dijo el implacable.
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