dimecres, 26 de juny del 2013

"El implacable detective Morrison" (capítulo 9) "TENSA ESPERA"- Pep Roig




 Había decidido culminar de una vez por todas el caso, por eso se había instalado en aquel lugar desde donde dominada toda la panorámica de la casa en la que estaba el sospechoso, de tal manera que hubiera podido detectar cualquier intento de fuga. Eso requería una permanencia constante y tenaz, lo que representaba una gran dificultad al no tener a nadie con quien alternar la vigilancia. Pero para el detective Morrison no había dificultad que pudiera pararle. Así que allá permanecía desde hacía dos horas, con plena disposición de continuar por más horas y días que pasaran con tal de cerrar el caso. Por experiencia propia, sabía que podía contar con los porcentajes, y estos le indicaban que podía hurtar unos minutos al tiempo total de vigía durante los cuales no era probable que el objetivo hiciera movimiento alguno que pudiera perjudicar la investigación. 
 "Cinco minutos de 24 horas es asumible", se dijo al abandonar su atalaya para dirigirse a un bar cercano, tomar una cerveza sin alcohol y hacer un pipí. Así que media hora después volvía a estar en su puesto de servicio, aunque una vez allí pensó que podría haber aprovechado la ocasión de tomar un tentempié en aquel local. Así que valoró la situación y ya no lo dudó, haciendo caso a su experiencia y a las estadísticas, en regresar al mismo sitio donde urgió que le sirvieran, no fuera que cualquier demora pudiera desbaratar su porcentaje de eficiencia.
 Una hora y media después se encontraba de nuevo vigilando la casa, en la que ningún movimiento se producía, aparentemente.
 Aunque permanecía inmóvil y ciertamente relajado, no por ello cabía pensar en que la fatiga no llegaría; y mucho menos después del bocadillo, unos boquerones, un pincho de tortilla, una de callos y unos calamares fritos con ajo, un café, dos copas de “brandy” y un suculento postre para rematar, no fuera cosa que luego le entrara hambre y se viera obligado a abandonar su puesto, aunque fuera por breves minutos, y se echara todo a perder.
 Aunque él se resistía, finalmente el sueño le venció hasta dejarlo sin sentido en su lugar de centinela. Dos plácidas horas transcurrieron, tras las  que despertó sobresaltado y un tanto desorientado. Sentía un punzante dolor de espalda, por la postura del sueño, y de cabeza, posiblemente por la suma de todo los comido y bebido, lo que lo llevó a decidir que lo mejor era volver a su casa, descansar como es debido y reanudar la vigilancia al día siguiente, pues estaba seguro de que el sospechoso ni sospechaba que lo estaban vigilando; ni sabía que era sospechoso de algo, por eso no iba a escapar. Escapar ¿de qué? Ya se lo haría saber, Morrison, si algún día decidía reanudar la investigación, que a lo mejor no.

dimecres, 19 de juny del 2013

"El implacable detective Morrison" (Capítulo 8) Pep Roig



POR HUEVOS

 Hay ocasiones en las que un profesional debe decidir con prontitud y sin margen de dilación. En esas se encontraba, el detective Morrison, preso de la tensión que le causaba el recordar los anteriores fracasos en idénticas circunstancias. Pero debía intentarlo de nuevo a sabiendas de que no existía otra alternativa ni nadie a su lado que pudiera hacerlo por él. No había tiempo para la duda, así que decidió arriesgarse, con fatal resultado, como le había ocurrido tantas veces se lo propusiera. Ante el desolador panorama, el detective Morrison no se explicaba por qué le resultaba imposible, una y otra vez, las veces que lo intentara, extraer el huevo frito de la sartén sin que se rompiera, y que siempre le quedara al revés o desparramado cuando lo volcaba en el plato. "¿Si otros más ineptos que yo lo hacen bien, por qué yo no puedo?" se preguntaba, desolado.

dilluns, 17 de juny del 2013

"El implacable detective Morrison" (Capítulo 7) Pep Roig


LO PRIMERO ES LO PRIMERO

 Iba a ser una jornada profesional en blanco para el detective Morrison, pues había transcurrido más de una hora y todavía no había podido cagar. Ya sabía él de las dificultades que entrañaba el hecho de no aliviarse tempranamente, pues eso suponía que el apretón le podía sobrevenir en cualquier momento y que eso podría causarle graves problemas, por ejemplo, si ocurría en un momento crucial de un seguimiento, vigilancia o pesquisa cualquiera. Tenía muy presente el consejo de su mentor Flanagan: "Sin cagar, no salgas a investigar". Así que se quedó en casa esperando el derrame fecal, con depresión y ansia tal que decidió ni siquiera acudir a su despacho, por si la cagalera le sorprendía por el camino, pues ya se sabe lo traicionero que es el vientre de cada cual, que siempre va a lo suyo sin tener en cuenta el que lo acoge en su seno.

diumenge, 9 de juny del 2013

"El implacable detective Morrison", (Capítulo 6) Pep Roig


DESPRECIO AL DESDÉN

 Al entrar en aquel lúgubre bar, repleto de individuos de dudosa calificación, nadie movió ni una pestaña para averiguar quién era el extraño recién llegado. Pero al detective Morrison no le inquietaba aquella actitud, tampoco le importaba el desdén ni la indiferencia para con él mostrada. Además, el detective Morrison se había equivocado de lugar, pues lo que pretendía era entrar en una farmacia a comprar una aspirina que le aliviara el dolor de cabeza. En realidad, no tenía dolor de cabeza, pero por si le venía y luego le daba pereza salir de su casa.